jueves, 20 de julio de 2017

Ora et Labora

Querida Helena,

Aquí me encuentro, un año más, desnudando mi corazón ante un folio en blanco. Tan blanco y vacío como el hueco que dejaste en mi corazón.
Al principio, la inmensidad del papel me abruma, pero con cada letra que dejo sobre él me vienen los recuerdos de ti, frescos y vibrantes. Y así, con cada letra el papel se hace pequeño y con cada recuerdo se reduce ese vacío en mi corazón.

Desde que te fuiste hay dos cosas que llenan mis días y mis noches y hacen que mi cerebro, racional y frío, se olvide de ese vacío frío y estéril que dejaste. Trabajar y rezar

Rezo todas las noches, no como una plegaria para una vida mejor, si no como un mudo diálogo con aquellos que ya no están. Dando gracias por teneros ahí, a mi lado, en espíritu. Sois los mudos testigos que me impulsáis día a día a vivir la vida, recordándome que ésta es corta y no se puede malgastar.

Y trabajo. El trabajo llena mis días de una forma plena. Desde que me levanto hasta que me acuesto mi cuerpo y mi alma trabajan, ya sea ganándome el pan, ya sea poniendo orden en casa, ya sea cuidando de tus hermanos, ya sea... Si la mente está ocupada, no tiene tiempo de sentir el vacío del que no está.

Así que ya ves, a estas alturas de la vida me aterra enfrentarme a un folio en blanco, ese mirar y no ver nada, pensar que el tiempo pasa y ese vacío sigue donde estaba.

Han pasado seis años ya desde que te fuiste. Seis años llenos de penas y alegrías, Seis años en los cuales mi vida ha dado tantos giros como gotas hay en el mar. Pero entre tanta zozobra, siempre he tenido un ancla al que aferrarme, tu recuerdo y el vacío que me dejaste.

Tú siempre has sido, eres y serás la brújula que me ha de guía.

Tu padre que te quiere.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Por favor, háblale a Helena...