lunes, 9 de febrero de 2015

Beatum diem natalem

Querida Helena,

Hoy debería haberme levantado y a oscuras haber entrado en tu habitación y sin hacer ruido, con un susurro casi imperceptible, haber comenzado a cantarte, miestras aún dormías, el cumpleaños feliz
Pero la vida a veces es cruel y te llevó de mi lado una soleada tarde de Julio. Así que hoy, apenas unas horas más tarde del cumpleaños de tu madre, me encuentro aquí, como todos los días, frente al ordenador, pero esta vez lloro en silencio el no tenerte conmigo, el no acariciar tu pelo, el no cantarte que ya tienes 4 años.

Tu ausencia es un vacío enorme que a duras penas llenan tus hermanos y tu madre, y aunque a veces, creo verte en sus sonrisas, en sus lágrimas, en sus ojos cerrados al dormir, sé que sólo es un espejismo, que aquello que creo ver, no es más que mi deseo de tenerte junto a mí.

Entonces cierro los ojos, respiro hondo y te busco dónde siempre has estado y estarás, en lo más profundo de mi corazón. Y vuelvo a sentir la calidez de tu piel en mi mejilla, y la seda de tu cabello entre mis dedos, y sé, como sólo un padre puede saber, que nunca estaré sólo, porque tú siempre estarás conmigo.

Tu padre que te quiere.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Por favor, háblale a Helena...